21 de septiembre de 2020

La despoblación bancaria se ceba en el mundo rural

Foto: pixabay.com
El éxodo rural ha ido dejando a los pueblos cada vez más despoblados lo que ha afectado a que los bancos tomen el mismo camino. Tanto es así, que el 48% de los municipios españoles no cuentan con ninguna sucursal complicándole la vida a sus moradores.

La reducción de las oficinas bancarias comenzó hace ya 30 años cuando surgieron los movimientos de concentración corporativa de la moderna banca española. El Banco Central se fusiona con el Hispano Americano. El conglomerado alfabético BBVA surge del Banco Bilbao, Vizcaya y Argentaria (fruto de la agrupación de todos los bancos públicos). El Santander se hace con Banesto, se fusiona con el Central Hispano, adquiere el Banco Popular y todas sus filiales y todo se junta en una única entidad: el Santander. Las Cajas de Ahorro, más de lo mismo: por poner algún ejemplo, Caja España se forma a partir de la Caja de Zamora, León, Valladolid y Palencia y; Caja Duero, surge de la fusión entre las Cajas de Salamanca y Soria. Las Cajas de Ahorro, maltrechas por la crisis bancaria, optaron por unirse entre ellas y reestructurarse convirtiéndose la mayoría en entidades privadas. Actualmente, el sector bancario tiende a concentrarse más. Como muestra el gigante que surgirá de la fusión entre Bankia con CaixaBank dejando la puerta abierta para que otras entidades opten por navegar por la misma estela.

Esta concentración de entidades, en principio, no afectó demasiado a la población puesto que al irse unificando se fue quedando una de cada. Sin embargo, en plena crisis bancaria, el BCE (Banco Central Europeo), el FMI (Fondo Monetario Internacional) y la Comisión Europea (la troika) dispusieron el cierre de las oficinas de las Cajas de Ahorros menos productivas con el objetivo de recuperar la rentabilidad. Esta medida redundó en que los pueblos más pequeños y los barrios marginales de las ciudades se fueron quedando sin oficinas, tanto de cajas públicas como de entidades privadas. En definitiva, el parque bancario se redujo a tal extremo que el número de oficinas abiertas era similar al que existía en los años ochenta. España, acatando esas medidas, perdió el liderazgo del país con más sucursales bancarias por habitante. 

Está claro que todos los excesos se pagan, pero en este caso, como en otros muchos, los perjudicados son los habitantes de los pueblos que, curiosamente, han sido, con diferencia, los menos morosos, pero sí los más perjudicados complicando mucho, una vez más, la vida en el ámbito rural. 

El éxodo bancario no ha acontecido por igual en toda la geografía española. Como decía, el 48% de los pueblos españoles no tiene ninguna oficina bancaria, ni cajero automático, lo que supone que más de un millón de españoles son huérfanos bancarios en su lugar de residencia. La provincia peor parada ha sido Zamora donde el 75% de sus pueblos no tienen banco y más del 25% de la población no tiene acceso directo, surgiéndole la necesidad de desplazarse varios kilómetros para realizar sus necesarias gestiones pecuniarias. 

Para paliar de algún modo esta carencia, alguna entidad ha puesto a disposición de los clientes rurales un autobús, llamado “ofibus”, que actúa como una sucursal móvil acudiendo algún día de la semana o del mes a los diferentes pueblos. Esto provoca una pequeña solución a la falta considerable de efectivo que, como dicen algunos, “para qué lo queremos si no tenemos dónde gastarlo. Han cerrado los bares, las tiendas, las escuelas, los médicos y, dentro de poco, las iglesias”. 

Ningún pueblo de menos de 100 habitantes tiene oficina, la población tiene una media de edad que ronda los 60 años y, por si fuera poco, los otros canales de acceso bancario no los usan porque su cultura tecnológica y financiera es nula debido a que siempre han usado el dinero en efectivo. Ahora ya saben lo que les ocurrirá si meten el dinero debajo de las baldosas de la cocina: les tildarán que están fomentando la economía sumergida. 

En España se usa el banco para todo, es más, se están convirtiendo en auténticos supermercados financieros. Basta con acudir a una sucursal bancaria de las modernas y te das cuenta que siempre hay cola y, además, tienes que sacar hasta número en la mayoría de ellas. “¡Qué lejos queda cuando entrabas en una de ellas con un poco de dinero en efectivo y salías con una cubertería o una vajilla! Ahora vas, casi ni te miran” me decía el otro día uno de mis paisanos añorando aquellos plazos fijos que rentaban un 12%. Es verdad, la renta fija era muy rentable pero no menos cierto era que el acceso al crédito era prohibitivo, rondaba el 18% en algunos casos y el tiempo de devolución no tan amplio como en la actualidad. 

El futuro se ve complicado. La red de sucursales irá en descenso porque prima la rentabilidad. Entiendo que la Administración tendrá que hacer algo al respecto. Estamos hablando de una población que casi no conduce y que desplazarse al pueblo donde está el banco es complicado porque mal existe el transporte público. Todo ello está provocando que el mundo rural se quede excluido, financieramente hablando. 

Ha llegado el momento de usar la banca sin oficinas, de realizar todas nuestras gestiones financieras desde casa sin recurrir a la banca presencial porque el manejo de efectivo está en peligro de extinción. Pero aquí surge un nuevo despropósito: las redes de datos tampoco llegan a los pueblos con la fluidez necesaria, no son rentables para las compañías y nuestros mayores no están familiarizados con la banca por Internet, es otro mundo. 

Las Cajas de Ahorro, en su día, parte del gasto que destinaban a la obra social iba destinado a mantener la red rural de oficinas y así se evitaba, en cierta medida, la despoblación del campo. Como saben, esas Cajas se han reconvertido en bancos privados y los bancos no tienen obra social, con lo que es difícil que se recupere ese planteamiento. 

Está claro que para la banca no es rentable montar una oficina en un pueblo despoblado. Parece ser que tampoco les es muy viable la idea de montar un cajero en cada ayuntamiento como alguna diputación les ha propuesto. Lo tienen muy claro: lo rentable son los nuevos canales de ejecución de operaciones. Es el caso de la banca desde el móvil donde no escatiman en recursos porque saben que la generación “millenials” son muy rentables y no pisan, ni tienen intención, las oficinas bancarias.


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