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21 de octubre de 2025

La Teoría de las Ventanas Rotas aplicada a las finanzas

Foto by Pixabay.com

En 1982, los criminólogos estadounidenses James Q. Wilson y George L. Kelling formularon la conocida teoría de las ventanas rotas. Su planteamiento era sencillo, pero profundamente revelador: cuando en un entorno urbano aparece una ventana rota y no se repara, se envía un mensaje implícito de abandono y permisividad. Esa señal, aparentemente inocua, genera un efecto dominó. Pronto se acumula la basura, aparecen los grafitis, se multiplican los actos vandálicos y, con el tiempo, el deterioro físico deriva en deterioro social. En resumen, la falta de cuidado ante las pequeñas infracciones abre la puerta a males mayores.

Esa misma lógica puede aplicarse al mundo de las finanzas personales y colectivas. Las “ventanas rotas” también existen en los presupuestos domésticos, en los mercados bursátiles, en las políticas públicas y hasta en la gestión empresarial. Son esas pequeñas grietas en la disciplina económica que, por falta de atención o tolerancia hacia el desorden, terminan descomponiendo el conjunto. Y, como en los barrios abandonados, una vez que el desorden se instala, revertirlo resulta mucho más costoso que haber prevenido su aparición.

Pequeñas grietas en la economía personal

En el ámbito individual, la primera “ventana rota” suele ser la falta de control. No por grandes errores, sino por descuidos cotidianos: llámese gasto impulsivo, suscripción olvidada o una tarjeta de crédito usada sin un propósito claro. Son pequeñas fisuras que transmiten el mensaje silencioso de “no pasa nada”. Sin embargo, lo que no pasa hoy termina pasando mañana. La falta de orden económico se contagia y la permisividad ante los pequeños desajustes abre paso al descontrol financiero.

1 de febrero de 2022

Cómo aplicar la regla 50/20/30 para lograr un ahorro personal eficaz y duradero

En el ámbito de las finanzas personales, una gestión eficaz del dinero no empieza cuando se gasta, sino cuando se ingresa. A menudo se considera que planificar la economía doméstica requiere habilidades complejas o un conocimiento técnico elevado, pero la realidad es que existen fórmulas sencillas, prácticas y de gran utilidad para ordenar los ingresos, gastos y ahorros. Una de las más eficaces y reconocidas es la regla 50/20/30, una herramienta de planificación financiera que propone una estructura clara y flexible para distribuir el presupuesto familiar.

Lejos de ser una fórmula rígida o teórica, esta regla se ha convertido en un método de referencia para quienes buscan equilibrio financiero, independencia económica y capacidad de ahorro a largo plazo. Su aplicación no requiere grandes conocimientos previos, pero sí constancia, disciplina y una voluntad firme de poner orden en las finanzas del hogar.

14 de septiembre de 2020

El EBITDA: ¿Qué es, cómo se calcula y para qué sirve?

Cualquier Análisis Fundamental de una empresa que se precie, no puede prescindir de uno de los indicadores financieros más conocidos e imprescindibles a la hora de la valoración. Ese indicador no es otro que el EBITDA.

¿Qué es?

El EBITDA es el Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization que traducido al castellano sería algo así como el Beneficio Antes de Intereses, Impuestos, Depreciación y Amortización o, dicho de otra forma, más coloquial, el beneficio bruto de explotación antes de la deducibilidad de los gastos financieros. Es decir, si una empresa no necesitase pagar ningún impuesto por estar financiada completamente con sus propios recursos, el beneficio que generase coincidiría con el EBITDA midiendo, así, la capacidad de la empresa para generar ganancias considerando únicamente su actividad productiva.

16 de abril de 2020

Primero ahorrar... y luego invertir


Para poder invertir, en cualquiera de sus versiones, primero hay que ahorrar. Y aquí es donde surge el primer problema. Ser ahorrador en la situación actual es sumamente complicado y, por si fuera poco, nos inculcan que debemos ser más consumidores que nunca. Ahorro y consumo se puede decir que son palabras antónimas, pero no por eso incompatibles.

PRIMERO AHORRAR…


Ahorrar es, entre otras definiciones, reservar alguna parte del gasto ordinario o guardar dinero como prevención para necesidades futuras. Si esta definición la convertimos en una fórmula matemática quedaría algo así como que

ingresos – gastos = ahorro

Atendiendo a la fórmula anterior, se puede decir que el ahorro no es un extra, es una parte de la administración de los ingresos con respecto a los gastos. Por lo tanto, si ingresos y gastos son valores similares, no existe ahorro. Sólo si los ingresos son mayores que los gastos, existirá el ahorro siempre y cuando los gastos no estén condicionados a los ingresos que, por otro lado, es lo habitual. A mi modo de ver, utilizar esta fórmula con el fin de ahorrar es un error, porque no es eficaz obtener el ahorro con lo que sobre de haberle restado a los ingresos los gastos.