El concepto de Bolsa de Valores, término que ya se ha hecho
familiar entre la población, nació en el siglo XVI en Brujas (Bélgica). En un
comienzo se denominó así a un edificio de la familia noble Van Der Buërse donde
se realizaban transacciones económicas. En su fachada se distinguían, a modo de
escudo de armas, tres monederos de piel en forma de bolsa. Según fue pasando el
tiempo, la gente comenzó a conocer ese lugar como “la bolsa”.
La
primera Bolsa de Valores se construyó en 1602 en Ámsterdam, fundada por la
Compañía Holandesa de las Indias Orientales siendo, a su vez, la primera en
actuar como el Mercado actual. Más tarde, por poner algunos ejemplos, surgirían
la Bolsa de Nueva York en 1792, la de París en 1794 y la de Tokio en 1878. En
España tenemos la Bolsa de Madrid que se creó en 1831 (siendo su primera sesión
el 20 de octubre de 1831), la de Bilbao en 1890, la de Barcelona en 1915 y, la
más reciente, la de Valencia en 1970.
Según el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico, es
una institución, creada mediante decisiones legislativas, en la que se
negocian las acciones y valores convertibles en acciones y otros valores que
otorgan derecho a su adquisición o suscripción. También pueden ser objeto de
contratación la renta fija, warrants, certificados y fondos cotizados. La ley
de Valores ha reconocido como Bolsas de Valores a las antiguas bolsas oficiales
de comercio de Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia.
El Código de Comercio de 1829, en su artículo 64, define a
la Bolsa como un lugar de reunión de comerciantes y agentes mediadores en
donde se conciertan o cumplen las operaciones de contratación de activos
mobiliarios. La Bolsa nace ante la necesidad del Estado de colocar sus
títulos de deuda con el fin de hacer frente al déficit que generaban los
gastos militares. En sus comienzos fue la gran desconocida para el público para
luego considerarla como un juego de azar, pero los inversores la vieron como
una forma de canalizar el ahorro y la inversión en una organización un tanto
regulada.
La Bolsa es un Mercado donde compradores y vendedores se
ponen de acuerdo a la hora de las transacciones de los diferentes valores
financieros. Una de las formas que tienen las empresas de conseguir fondos para
alcanzar sus objetivos es acudir a la Bolsa y poner en circulación activos
financieros como acciones, bonos, obligaciones, etc. Esta primera colocación es
lo que se conoce como “Mercado Primario”. Posteriormente, todos esos
valores puestos en circulación se pueden negociar mediante las típicas
operaciones de compraventa dando lugar al “Mercado Secundario”. A partir
de ahí, personas físicas y jurídicas pueden acudir a ese Mercado con el fin de
rentabilizar sus ahorros o hacerse dueños de la parte proporcional de la
empresa cotizada. A su vez, la Bolsa permite convertir los activos financieros
en dinero en el momento que se necesite, siempre y cuando exista contrapartida
en el Mercado.
La Bolsa, al ser un Mercado oficial y organizado, otorga
seguridad jurídica a todas las transacciones monetarias que se realicen
simplificando la accesibilidad tanto a ahorradores como a inversores o
especuladores. Siendo así, se convierte en un elemento esencial en el
desarrollo de la economía del país debido, principalmente, a la
canalización del ahorro de los ciudadanos, por ser un elemento indispensable en
la financiación de las empresas y un vehículo de inversión y especulación para
los ahorradores.
Como en todo mercado, los productos que se intercambian
tienen un precio objetivo que se corresponde con el valor que en un momento
determinado compradores y vendedores ofrecen y dan por ellos.
Un aspecto muy importante es que no todos los inversores pueden
acceder al Mercado Bursátil como si de una sucursal bancaria se tratase.
Únicamente pueden acceder él los Miembros del Mercado a modo de intermediarios,
pues ellos son los únicos que pueden operar directamente en la Bolsa. Por lo
tanto, para un ahorrador-inversor poder invertir su dinero en algún valor
bursátil deberá abrir una cuenta con alguno de esos intermediarios. A partir de
ese momento, se pueden introducir tantas órdenes de compraventa como se deseen,
así como del importe que se considere oportuno. Las órdenes se canalizan de
forma inmediata debido a la velocidad de transmisión que permite la tecnología
actual. Una vez efectuada la operación, el intermediario informará a su cliente
de todos los datos que se han llevado a cabo para la liquidación de la
operación. Además, existirá otro intermediario que será quien se ocupe de los registros
de los valores y de las liquidaciones de las diferentes operaciones bursátiles
realizadas.
La inversión en el Mercado Bursátil lleva implícitos una
serie de costes para el inversionista: la comisión que
cobran los diferentes intermediarios, el canon de contratación en Bolsa, el
canon de liquidación y el gasto de administración y custodia. A esos gastos hay
que añadirle algunos adicionales por determinadas operaciones que se realizan
en el Mercado como es el caso del pago de dividendos, ampliaciones de capital,
suscripción de nuevos valores, compraventa de derechos de suscripción, etc.
Decía anteriormente que cuando un inversor adquiere acciones
de una empresa cotizada se convierte irremediablemente en socio o dueño de ésta,
en la proporción de la parte alícuota que ha adquirido en el Mercado. Eso lleva
consigo unos derechos y unos deberes para el accionista, de la misma forma que
se adquieren unos determinados riesgos debido a que la oferta y la demanda no
siempre están a favor del inversionista.
Los sistemas de inversión actuales funcionan mediante
métodos de pronóstico que se basan en datos históricos y matemáticos. A través
de la información que esos datos le proporcionan al inversor, éste tomará la
decisión de comprar o vender dependiendo de cómo se supone se comportará el
Mercado en el futuro.
La Bolsa siempre está sujeta a los riesgos de los ciclos
económicos modificando la cotización de los títulos.
Además, el Mercado es muy sensible al impacto de los acontecimientos
económicos, políticos y sociales. Por esta razón se dice que la Bolsa es el
mayor barómetro que existe para predecir la evolución de la economía de un país.
Las principales características de la inversión en Bolsa es
su liquidez, su rentabilidad y su seguridad. Su liquidez
porque la operativa de compraventa es muy ágil y no es necesario esperar a vencimientos
como ocurre con otros productos financieros. Su rentabilidad porque se puede
obtener bien por la vía del cobro de dividendos o por la revalorización del
propio valor. Y, por su seguridad, al ser un Mercado regulado, pero nunca está
garantizado el capital invertido.
La Bolsa nace ante la necesidad del Estado de colocar sus títulos de deuda con el fin de hacer frente al déficit que generaban los gastos militares
Iniciarse en el mundo bursátil no es muy complicado, pero es
necesaria una cierta formación financiera que ayude al encauzamiento de las
operaciones, así como a conocer su funcionamiento. La cultura financiera ayuda
a conocer los diversos productos financieros que existen en el Merado: unos vinculados
a la evolución de los valores bursátiles y otros que invierten de una forma indirecta
en la Bolsa, siendo esta transparente para el ahorrador al depositar las
decisiones de inversión en gestiones profesionales.
En fin, la inversión en Bolsa es recomendable para todo tipo
de ahorrador, siempre y cuando asuma que las pérdidas forman parte inseparable
de la operativa y que, en algunos casos, pueden ser cuantiosas.
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