17 de septiembre de 2020

Nociones básicas sobre la Bolsa de Valores


El concepto de Bolsa de Valores, término que ya se ha hecho familiar entre la población, nació en el siglo XVI en Brujas (Bélgica). En un comienzo se denominó así a un edificio de la familia noble Van Der Buërse donde se realizaban transacciones económicas. En su fachada se distinguían, a modo de escudo de armas, tres monederos de piel en forma de bolsa. Según fue pasando el tiempo, la gente comenzó a conocer ese lugar como “la bolsa”.

La primera Bolsa de Valores se construyó en 1602 en Ámsterdam, fundada por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales siendo, a su vez, la primera en actuar como el Mercado actual. Más tarde, por poner algunos ejemplos, surgirían la Bolsa de Nueva York en 1792, la de París en 1794 y la de Tokio en 1878. En España tenemos la Bolsa de Madrid que se creó en 1831 (siendo su primera sesión el 20 de octubre de 1831), la de Bilbao en 1890, la de Barcelona en 1915 y, la más reciente, la de Valencia en 1970.

Según el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico, es una institución, creada mediante decisiones legislativas, en la que se negocian las acciones y valores convertibles en acciones y otros valores que otorgan derecho a su adquisición o suscripción. También pueden ser objeto de contratación la renta fija, warrants, certificados y fondos cotizados. La ley de Valores ha reconocido como Bolsas de Valores a las antiguas bolsas oficiales de comercio de Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia.



El Código de Comercio de 1829, en su artículo 64, define a la Bolsa como un lugar de reunión de comerciantes y agentes mediadores en donde se conciertan o cumplen las operaciones de contratación de activos mobiliarios. La Bolsa nace ante la necesidad del Estado de colocar sus títulos de deuda con el fin de hacer frente al déficit que generaban los gastos militares. En sus comienzos fue la gran desconocida para el público para luego considerarla como un juego de azar, pero los inversores la vieron como una forma de canalizar el ahorro y la inversión en una organización un tanto regulada.

La Bolsa es un Mercado donde compradores y vendedores se ponen de acuerdo a la hora de las transacciones de los diferentes valores financieros. Una de las formas que tienen las empresas de conseguir fondos para alcanzar sus objetivos es acudir a la Bolsa y poner en circulación activos financieros como acciones, bonos, obligaciones, etc. Esta primera colocación es lo que se conoce como “Mercado Primario”. Posteriormente, todos esos valores puestos en circulación se pueden negociar mediante las típicas operaciones de compraventa dando lugar al “Mercado Secundario”. A partir de ahí, personas físicas y jurídicas pueden acudir a ese Mercado con el fin de rentabilizar sus ahorros o hacerse dueños de la parte proporcional de la empresa cotizada. A su vez, la Bolsa permite convertir los activos financieros en dinero en el momento que se necesite, siempre y cuando exista contrapartida en el Mercado.

La Bolsa, al ser un Mercado oficial y organizado, otorga seguridad jurídica a todas las transacciones monetarias que se realicen simplificando la accesibilidad tanto a ahorradores como a inversores o especuladores. Siendo así, se convierte en un elemento esencial en el desarrollo de la economía del país debido, principalmente, a la canalización del ahorro de los ciudadanos, por ser un elemento indispensable en la financiación de las empresas y un vehículo de inversión y especulación para los ahorradores.

Como en todo mercado, los productos que se intercambian tienen un precio objetivo que se corresponde con el valor que en un momento determinado compradores y vendedores ofrecen y dan por ellos.

Un aspecto muy importante es que no todos los inversores pueden acceder al Mercado Bursátil como si de una sucursal bancaria se tratase. Únicamente pueden acceder él los Miembros del Mercado a modo de intermediarios, pues ellos son los únicos que pueden operar directamente en la Bolsa. Por lo tanto, para un ahorrador-inversor poder invertir su dinero en algún valor bursátil deberá abrir una cuenta con alguno de esos intermediarios. A partir de ese momento, se pueden introducir tantas órdenes de compraventa como se deseen, así como del importe que se considere oportuno. Las órdenes se canalizan de forma inmediata debido a la velocidad de transmisión que permite la tecnología actual. Una vez efectuada la operación, el intermediario informará a su cliente de todos los datos que se han llevado a cabo para la liquidación de la operación. Además, existirá otro intermediario que será quien se ocupe de los registros de los valores y de las liquidaciones de las diferentes operaciones bursátiles realizadas.

La inversión en el Mercado Bursátil lleva implícitos una serie de costes para el inversionista: la comisión que cobran los diferentes intermediarios, el canon de contratación en Bolsa, el canon de liquidación y el gasto de administración y custodia. A esos gastos hay que añadirle algunos adicionales por determinadas operaciones que se realizan en el Mercado como es el caso del pago de dividendos, ampliaciones de capital, suscripción de nuevos valores, compraventa de derechos de suscripción, etc.

Decía anteriormente que cuando un inversor adquiere acciones de una empresa cotizada se convierte irremediablemente en socio o dueño de ésta, en la proporción de la parte alícuota que ha adquirido en el Mercado. Eso lleva consigo unos derechos y unos deberes para el accionista, de la misma forma que se adquieren unos determinados riesgos debido a que la oferta y la demanda no siempre están a favor del inversionista.

Los sistemas de inversión actuales funcionan mediante métodos de pronóstico que se basan en datos históricos y matemáticos. A través de la información que esos datos le proporcionan al inversor, éste tomará la decisión de comprar o vender dependiendo de cómo se supone se comportará el Mercado en el futuro.

La Bolsa siempre está sujeta a los riesgos de los ciclos económicos modificando la cotización de los títulos. Además, el Mercado es muy sensible al impacto de los acontecimientos económicos, políticos y sociales. Por esta razón se dice que la Bolsa es el mayor barómetro que existe para predecir la evolución de la economía de un país.

Las principales características de la inversión en Bolsa es su liquidez, su rentabilidad y su seguridad. Su liquidez porque la operativa de compraventa es muy ágil y no es necesario esperar a vencimientos como ocurre con otros productos financieros. Su rentabilidad porque se puede obtener bien por la vía del cobro de dividendos o por la revalorización del propio valor. Y, por su seguridad, al ser un Mercado regulado, pero nunca está garantizado el capital invertido.

La Bolsa nace ante la necesidad del Estado de colocar sus títulos de deuda con el fin de hacer frente al déficit que generaban los gastos militares

Iniciarse en el mundo bursátil no es muy complicado, pero es necesaria una cierta formación financiera que ayude al encauzamiento de las operaciones, así como a conocer su funcionamiento. La cultura financiera ayuda a conocer los diversos productos financieros que existen en el Merado: unos vinculados a la evolución de los valores bursátiles y otros que invierten de una forma indirecta en la Bolsa, siendo esta transparente para el ahorrador al depositar las decisiones de inversión en gestiones profesionales.

En fin, la inversión en Bolsa es recomendable para todo tipo de ahorrador, siempre y cuando asuma que las pérdidas forman parte inseparable de la operativa y que, en algunos casos, pueden ser cuantiosas.

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