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Monumento a la peseta. Fuengirola
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La primera pieza que se acuñó como “peseta”, todavía sin ser
la moneda oficial, fue en Barcelona en el año 1808 durante la dominación
napoleónica. No sería hasta después del destronamiento de Isabel II cuando el
ministro de Hacienda del Gobierno Provisional (Laureano Figuerola), el 19 de
octubre de 1868, mediante un decreto, instaura la peseta como unidad monetaria
de España, centrando toda su producción en la Ceca (casa de la moneda) de
Madrid, hoy la FNMT-RCM (Fábrica Nacional de Moneda y Timbre – Real Casa de la
Moneda). Hasta la aparición del euro, se han acuñado ahí todas las pesetas que
han estado en circulación. En julio de 1874 será cuando aparezca la primera
emisión de papel moneda en pesetas, momento en el que se concede al Banco de
España la exclusividad para emitir billetes. Desde 1941 la producción de papel
moneda recayó en la FNMT-RCM. Cada moneda y cada billete han reflejado en su
anverso y reverso una instantánea del arte, la política, la religión, la
economía, la cultura y la historia del momento en que se acuñaba.
La peseta ha sido la moneda de curso legal en España hasta
el 31 de diciembre de 2001 dando paso a la entrada del euro el 1 de enero de
2002 y conviviendo ambas monedas hasta el 28 de febrero de 2002, pudiendo ser
cambiadas por euros en cualquier banco o caja de ahorros hasta el 30 de junio,
estableciéndose el tipo de cambio de 1 euro = 166,386 pesetas. A la llegada del
euro, había en circulación billetes y monedas en pesetas por valor de 48.750
millones de euros. Las autoridades monetarias establecieron que las monedas y
billetes de peseta podían ser canjeadas en cualquier oficina del Banco de
España por euros, sin coste adicional, hasta el 31 de diciembre de 2020 al tipo
de cambio original. Debido a las dificultades de cambio que ha habido durante estos meses, el Banco de España ha decidido ampliar el plazo de cambio hasta el 30 de junio de 2021. Después de esa fecha, la peseta no podrá ser cambiada por
ninguna otra moneda de curso legal a no ser que se haga a través del mercado no
regulado del coleccionismo; perdiendo, por tanto, su valor nominal o facial,
manteniendo el intrínseco y el numismático.
Coloquialmente hablando, a la peseta se le ha llamado pela,
rubia o cala. A la moneda de 5 céntimos se le llamaba perra chica,
a la de 10 céntimos perra gorda, a la de 25 céntimos real, a la de
50 céntimos dos reales, a la moneda de 5 pesetas duro, a la
moneda de 100 pesetas 20 duros, al billete de 1.000 pesetas se le
conocía como talego o billete verde, al de 5.000 pesetas como
billete de 1.000 duros y 1 millón de pesetas se le conocía como 1
kilo porque mil billetes de 1.000 pesetas pesaban 1.000 gramos.