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Hasta hace muy poco, la figura del asesor financiero se asociaba con la gente de alto nivel
adquisitivo y grandes patrimonios. Afortunadamente, esa idea está quedando
obsoleta y es ahora cuando está cobrando más vida y fuerza dicha figura debido
a los acontecimientos financieros que se han venido produciendo, aunque no deja
de ser un perfil profesional bastante poco explotado aún.
Para ser un
asesor financiero es necesario tener una sólida base financiera, legal y
fiscal, a la vez que recibir constantemente grandes dosis de información con el
fin de transmitírsela al cliente con precisión, rapidez y de forma fidedigna.
Para llevar a cabo su dedicación profesional debe de desempeñar, ente otras,
una serie de funciones:
- Educar, asesorar y aconsejar.
- Consultoría, gestoría y asesoría financiera profesional.
- Establecer relaciones comerciales con los clientes.
- Compra/venta de activos financieros.
- Estrategias de inversión.
- Buscar nuevas oportunidades de inversión.
- Observar las tendencias de los mercados financieros.
- Estar al corriente de las modas.
- Intentar aumentar el flujo de caja.
- Acompañar al inversor en sus decisiones.
- Conseguir objetivos financieros.
- Ofrecer los productos financieros adaptados al perfil del cliente inversor.
Es cierto que
los asesores se encuentran con el reto de mejorar la imagen del sector, después
de la degradación que sufrieron con la mala praxis de algunas entidades
financieras durante las pasadas crisis. La idea antigua y generalizada estaba
basada en que el asesor financiero era el empleado de la sucursal bancaria. Se
confiaba en él. Pero los más ingenuos vieron cómo sus ahorros llegaron a
productos que con una base de educación financiera nunca hubieran accedido a
ellos. Han tenido que desmontar la idea de que ellos no son vendedores de
productos financieros, son los responsables de la salud financiera del cliente
con el fin de obtener los objetivos demandados dentro del perfil de cada
ahorrador. Por eso, los inversores cada vez son más conscientes de la necesidad
de tener un servicio de asesoramiento de calidad que les ayude a esclarecer sus
objetivos financieros. El reto de mejorar su imagen ha sido muy complicado,
pero más complicado ha sido ser capaces de aportar rentabilidad a sus clientes
conservadores con los tipos de interés a cero o en negativo.
Los tipos al
0% no iban a ser eternos porque, aunque eran una anomalía de la economía, hubo
que tomar esa decisión monetaria para encauzar la economía en un momento
preciso. Pero con esas políticas monetarias expansivas reapareció la inflación
y ¡de qué manera! Para atajar ese aumento de los precios los Bancos Centrales
tuvieron que tomar medidas para endurecer la política monetaria subiendo los
tipos de interés, dando paso a la finalización de los programas de compra de
activos. Al tocar los tipos de interés, el resto de los activos se adapta a las
nuevas circunstancias. El crédito, por ejemplo, se ha visto seriamente
perjudicado: no es lo mismo financiarse con tipos bajos que cuando repuntan.
Otro de los
efectos inmediatos causados por el repunte del precio del dinero ha sido la
rentabilidad de la Renta Fija. En este punto hay que decir que los ahorradores
nunca han entendido bien cómo funciona la Renta Fija: han visto, sin
entenderlo, cómo sus carteras más defensivas han descendido su rentabilidad
hasta posicionarse en negativo, algo que nunca se había visto. La Renta Fija es
fija siempre y cuando se mantenga el activo hasta su vencimiento o siempre que
el emisor no entre en quiebra. En el resto de los casos, no tiene por qué
ofrecer rendimientos positivos. Me explico: los activos de Renta Fija cotizan
en los Mercados una vez que han sido emitidos, lo que hace que su precio
fluctúe atendiendo a los riesgos a los que estén expuestos. Tal es el caso de
la variación de los tipos de interés o de las condiciones económicas generales.
Si el precio del dinero sube, los precios de los activos bajan y viceversa.
Este dilema siempre ha sido un reto para los asesores financieros, siendo muy
complicado explicar a un ahorrador conservador y de baja formación financiera
que la renta fija no está exenta de riesgos, es más, cualquier activo está
expuesto al riesgo.
Otro reto a
superar por parte de los asesores es dejarle claro a sus clientes que hay que
estar fuera de las modas. Y hay que estar fuera de las inversiones de moda
porque cuando se entre en el Mercado es posible que sea demasiado tarde, lo que
supone no solo comprar caro, sino correr el riesgo de haber comprado en la cima
y a partir de ahí surja la estampida generalizada de los inversores más experimentados.
Ejemplos hay varios: la tulipomanía en la Holanda del siglo XVII, la crisis de
la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929, la crisis de las puntocom, la crisis
de las hipotecas “subprime” o, más reciente, las criptomonedas.
Los asesores
financieros tienen por delante un horizonte complicado. Los ahorradores poco a
poco van teniendo más información y formación financiera. Eso facilita las
cosas. Por lo menos, ya se empieza a diferenciar entre gestión activa y pasiva,
ya se sabe que la inversión a corto plazo tiene más de especulación que de
inversión, o que la inversión a largo plazo y no desesperarse en los momentos
de pánico minimiza el riesgo de las pérdidas.
En cualquier
caso, el gestor o asesor financiero es un profesional que tiene claro cuándo,
cómo y dónde invertir el dinero de sus clientes, pero, insisto, lo que no es
capaz es de eliminar el riesgo, solo puede reducirlo. Muchos de los inversores
españoles ya cuentan con los servicios de esos profesionales, sobre todo en
momentos de gran volatilidad e incertidumbre.
Las nuevas
generaciones ven en el asesoramiento financiero una salida profesional por ser
un perfil prometedor que empieza a estar bastante demandado. Teniendo en cuenta
que hasta 2018 no hacía falta tener ningún tipo de titulación, ni
certificación, ni experiencia para ser asesor financiero y ponerse al frente de
la cartera de inversión de cualquier cliente, la exigencia de certificarse como
tal ha supuesto un cambio radical para esta profesión.
Este detallado análisis sobre los retos del gestor patrimonial destaca la importancia de la formación y la adaptación constante en un mundo financiero cambiante. Desde luego, ser un gestor de inversión implica no solo entender los mercados, sino también educar y guiar a los clientes en la toma de decisiones financieras informadas. Es fundamental para este profesional navegar con prudencia en un entorno volátil y ofrecer estrategias adaptadas a las necesidades individuales de cada inversor.
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