28 de febrero de 2023

Invertir según las etapas de la vida financiera

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Decía, en una entrada anterior, que el ser humano, en cada una de las etapas de su ciclo vital, necesita de unas necesidades financieras diferentes. Cada etapa por la que se vaya pasando requiere de unas necesidades financieras diferentes que influirán de una forma directa a la hora de tomar cualquier decisión de inversión.

Etapa de formación.

Las necesidades de inversión no van más allá de una cuenta corriente o algún que otro producto de inversión sin demasiada trascendencia, pero en ella sí se forja el comienzo de toda una vida financiera.

Etapa de independencia.

En esta etapa es en la que se consigue la independencia financiera, en la que comienza a existir la necesidad de contratar los primeros productos financieros y hacer las primeras inversiones.

Esta etapa es la más propicia para asumir los mayores riesgos de inversión y multiplicar el capital. Sin lugar a duda, será la etapa más rentable, aunque las necesidades económicas sean altas y los ingresos bajos, pero se está ante el comienzo de la inmersión en el mundo financiero. El dinero que se invierta en este momento será el más rentable debido a que queda toda una vida por delante para asumir las fluctuaciones que experimente el Mercado Financiero.

Este es el momento donde el interés compuesto muestra toda su fortaleza, actuando de lleno sobre el propio capital invertido y sobre los resultados.

Es el momento de invertir en activos de riesgo porque el horizonte temporal es tan amplio que por sí solo es capaz de minimizar el riesgo. Todavía no es el momento de los Planes de Pensiones, a no ser que vengan impuestos, y menos ahora que el atractivo fiscal es ínfimo.

Pero sí puede ser el momento de comprar una vivienda para el uso habitual siempre y cuando no suponga un endeudamiento fuera de los cánones del esfuerzo financiero habitual. Esta tendrá un rendimiento implícito similar al ahorro de no pagar el alquiler. Aunque la inversión en vivienda es una reserva de valor importante, es un activo ilíquido. Es por esto por lo que esta inversión no puede sustituir a las inversiones financieras.

Etapa de crecimiento profesional.

Es el momento en que tanto ingresos como gastos se incrementan. Los gastos provienen del interior de la propia familia y en esta etapa es donde se planifican las decisiones más importantes de inversión.

Quizás haya aumentado la familia y las necesidades ya no son las mismas con el consiguiente aumento de los gastos. Aun así, las oportunidades de inversión están todas abiertas porque el horizonte todavía se presenta lejano.

Es esencial tener una reserva de liquidez para afianzar cualquier incidente económico que pueda surgir.

Si se ha formado una unidad familiar obliga a ser más previsivo y no destinar todo el ahorro a los activos de riesgo. Ya es necesario comenzar a diversificar el riesgo.

Etapa de consolidación profesional.

Se caracteriza porque se consolidan los ingresos dando por finalizado el patrimonio básico familiar.

Con esta etapa llega el momento de consolidar el patrimonio. Se empieza a dar por finalizado el momento de las inversiones que puedan reportar grandes beneficios y que estén asociadas a grandes riesgos. Es el momento de comenzar a preservar el patrimonio acumulado sin exponerlo a excesivos riesgos porque el horizonte temporal ya comienza a no ser tan amplio.

Pero eso no quiere decir que haya que salirse del Mercado, no, solo hay que cambiar los activos con más riesgo a otros más conservadores, pero sin quitarle a la cartera ese toque picante.

Desde aquí se empieza a avistar la etapa de la jubilación por lo que es el momento de ir pensando en planearla. Si se trabaja por cuenta propia, quizás convenga aumentar la base de cotización y si se trabaja por cuenta ajena quizás sea el momento de abrir un Plan de Pensiones, eso sí, con bajos costes y obviando las promociones de las entidades financieras.

Etapa de estabilización.

Es el momento en que los gastos familiares descienden y se estabilizan los ingresos.

Llegada esta etapa no hay más remedio que rotar las carteras con la visa puesta ya en la etapa financiera final. Hay que presuponer que los ingresos descenderán en breve y habrá que suplantarlos con los beneficios que generen los activos adquiridos en el pasado, incluso hasta se pueden obtener beneficios con la vivienda habitual.

Habrá que despedirse de los activos que acumulen más riesgo hacia los que tengan menos. En este punto, es imprescindible tener muy en cuenta la fiscalidad de cada producto, porque manejar adecuadamente el pago de impuestos es también otra forma de ganar dinero.

Etapa dorada.

Se da por finalizada la actividad profesional. En esta etapa el consumo dependerá del ahorro en las etapas anteriores y está basada en el disfrute y en bienestar personal. Es el momento de saber los resultados de los exámenes que la vida financiera ha ido poniendo a lo largo de las etapas anteriores.

Con esta etapa, aunque sea la última, la vida financiera no se da por terminada, es más, es el momento de administrar y gastar lo ahorrado. Los gastos aumentan según empeora la salud y aquí es cuando se echará de menos no haber hecho los deberes financieros a su debido momento. Es, por excelencia, la etapa del descaso y del disfrute.

En fin, la vida financiera debe responder a estos conceptos básicos: desarrollo de los hábitos financieros, acumulación del patrimonio, conservación y disfrute del mismo.

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