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Aunque cualquiera
de ellas aspira a conseguir rentabilidades recurrentes positivas, las
estrategias para conseguirlo difieren entre sí. Y así surge uno de los debates
más controvertidos que existen en el mundo de las inversiones en renta variable,
que no es otro que clasificar a las compañías en el grupo de acciones Value o acciones Growth. Se da el caso, debido a la difusa línea que separa ambas
gestiones, que una misma empresa puede aparecer a la vez en índices de marcado
sesgo Value y Growth. De igual modo, un mismo sector económico puede estar
formado por empresas de “valor” o “crecimiento”.
Ambas
estrategias tratan de conseguir, como es lógico, la mayor rentabilidad posible,
pero las estrategias para conseguirlo son diferentes.
Inversión Value (valor)
Se puede
decir que los padres de este método de inversión, que no deja de ser una
filosofía de inversión, fueron David Dodd y Benjamin Graham. Ellos fueron los
que en los años veinte del siglo pasado, en la Columbia Business School, los
que empezaron a hablar de este tipo de inversión y la popularizaron con la
publicación en el año 1934 del libro “Security
Analysis”, que con el tiempo se ha convertido en el pilar de la gestión en
“valor”. Desarrollaron un método de valoración que estaba basado en la
identificación de las compañías infravaloradas desde el punto de vista
fundamental. Hoy, el inversor Value
más famoso, discípulo de los anteriores, es el archiconocido Warren Buffet.
La inversión Value se puede decir que consiste
básicamente en analizar minuciosamente las compañías, utilizando el Análisis
Fundamental, para tratar de determinar su valor real o intrínseco. Dicho valor
se contrasta con el precio del mercado con el fin de identificar si su
cotización lo hace con descuento y si existe un margen de seguridad (diferencia
entre el valor real y el precio) lo suficientemente amplio como para generar
una oportunidad de inversión rentable con el paso del tiempo. Es decir, la
inversión se canalizará hacia las empresas cuyo valor será reconocido en el
futuro, ignorando lo que comúnmente se denomina momentum (la tendencia de un valor en el corto plazo).
Las acciones
valor se caracterizan principalmente porque son más estables y recurrentes, se
encuadran en sectores ya madurados y con mayor visibilidad de resultados y
grandes barreras de entrada (obstáculos que se le presentan a las personas
físicas o jurídicas que quieran ingresar al mercado con una nueva idea de
negocio). Son compañías que destinan, debido a su desarrollo consolidado, un
porcentaje elevado de los beneficios a dividendos. Para un inversor en valor es
primordial comprar barato porque la principal fuente de rentabilidad serán los
dividendos y la convergencia del precio hacia el valor intrínseco, no el
crecimiento de los beneficios de la compañía.
Este estilo
de gestión obtiene buenos resultados cuando el entorno económico tiende a un
elevado crecimiento porque éste va acompañado de mayores expectativas de
inflación y tipos de interés, ganando atractivo la gestión Value por sus bajas valoraciones.
Complementando
la estrategia de gestión Value, ha
surgido un nuevo estilo de gestión denominado Quality. Este estilo está basado en la selección de compañías de
alta calidad.
La inversión Value también tiene sus riesgos. Uno de
ellos pasa porque el bajo precio de la compañía esté justificado por
determinados motivos que el inversor no ha visualizado en el análisis previo. A
este tipo de compañías cuyo precio está justificado por fundamentales se las
conoce con el nombre de “trampas de valor”.
La
rentabilidad anualizada, y este es otro inconveniente, se verá penalizada cada
día que el mercado no le dé la razón al inversor. Aunque el precio alcance al
final el precio intrínseco, no será lo mismo conseguirlo en un año que en dos.
Cuando una
compañía llega al valor intrínseco es el momento de vender la posición. Eso
implica reemplazarla por otra, lo que hace que el inversor tenga la necesidad
de estar en búsqueda constante de nuevas ideas de inversión. Esto quiere decir
que hay que tener los debidos conocimientos financieros para llevar a cabo una
gestión Value con garantías.
Las ventajas
de la inversión en valor, al estar destinadas para el largo plazo, radican en
que no es necesario disponer de un gran capital, no es necesario estar
pendiente de las fluctuaciones momentáneas de la cotización, es fácil la
diversificación y las comisiones son bajas debido a que no es necesario estar
saliendo y entrando constantemente en el mercado.
Inversión Growth (crecimiento)
La inversión
en crecimiento consiste en invertir en empresas en fase de expansión y que
tienen potencial de seguir creciendo en los años venideros. Se caracterizan
porque estas compañías forman parte de sectores económicos cambiantes y sus
beneficios prefieren invertirlos en su propio negocio o en comprar otras
empresas que en repartirlos en forma de dividendos. Puede darse el caso que
estas empresas, en sus comienzos, por estar en expansión, no obtengan ni
beneficios, por eso el riesgo de invertir en ellas es mayor que las empresas Value. Las empresas de crecimiento se
valoran más los resultados futuros que su situación actual.
El inversor Growth se mueve en sectores donde la
innovación está en constante flujo de expansión, a sabiendas que una tecnología
puede quedar obsoleta rápidamente atendiendo a la economía disruptiva. Los
conocimientos inversores, en este caso, sobre todo, se deben de estar actualizando
constantemente para ser capaz de identificar a tiempo las nuevas tendencias que
marcarán el futuro. Por eso, no todos los inversores son aptos para este tipo
de gestión.
El aumento de
los tipos de interés perjudica las valoraciones de las empresas Growth. Tiene su lógica porque al ser
compañías de reciente creación necesitan endeudarse para conseguir capital. Si
sus beneficios se esperan a futuro, el aumento de los tipos de interés lastrará
los beneficios a futuro perjudicando su valoración en el presente.
Las empresas
vinculadas al emprendimiento y los startups son las que se encuadran en este
tipo de gestión, que, por su condición, presentan mayor riesgo, no siendo aptas
para inversores conservadores debido a su volatilidad y fluctuación del precio
de cotización. Por la misma razón, son más adecuadas para los inversores
cortoplacistas.
Las mayores
ventajas de invertir en compañías de crecimiento radican en el potencial
teórico de revalorización, no son necesarias grandes cantidades de capital y se
está apostando por empresas nuevas con un corto horizonte temporal.
…oooOOOooo…
Ambos estilos
de inversión tienen sus propias ventajas e inconvenientes, pero lo que sí está
claro es que están ofreciendo oportunidades de inversión constantemente. El
inversor deberá adaptarse a sus conocimientos e intereses a la hora de optar
por una opción u otra, la clave está en determinar el momento de compra y de
venta de los valores.
En fin, no
hay vencedores ni vencidos. La cuestión es adaptarse cada uno a un estilo de
inversión, que se esté cómodo operando y que las operaciones ganadoras reflejen
un saldo positivo al restarle las perdedoras.
Como
curiosidad hay que mencionar que el índice MSCI
Global Value y Growth se caracteriza por tener entre sus activos empresas
clasificadas tanto de valor como de crecimiento. Es más, en alguna ocasión, debido
a que la revisión del índice se hace dos veces al año, se ha dado la paradoja
de que una compañía un semestre ha sido seleccionada como Value y al siguiente como Growth
y viceversa.
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