25 de octubre de 2022

El dinero: actor imprescindible de la Inversión Financiera

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Por sus particularidades, el dinero difiere de cualquier otro bien de propiedad formando una parte muy importante del patrimonio personal y familiar. Entre la ciudadanía, el desconocimiento del funcionamiento del dinero es algo muy normal, aun siendo uno de los pocos bienes que se usan a diario. Es tan importante en el mundo de las finanzas que no hay inversión financiera que se precie que pueda prescindir de él. Pero, cuidado, siendo el primer actor de una inversión, tiene la particularidad de que con el paso del tiempo siempre pierde valor por el efecto irremediable de la inflación. Por el contrario, toda propiedad material, con el paso del tiempo, tiene la capacidad de revalorizarse. Cualquier propiedad se puede cambiar por dinero y viceversa, aunque no sea conveniente cambiar todo el dinero por bienes porque no siempre esas adquisiciones tienen la capacidad inmediata de convertirlas de nuevo en dinero, ni de utilizarse como medio de pago en el caso de que surja algún imprevisto que pueda ser remediado con el dinero.

La inflación, como digo, es implacable con el ahorro, por eso es necesario intentar conseguir un rendimiento sin olvidarse del monto pecuniario destinado a la liquidez. Para conseguir ese rendimiento adicional, no hay más remedio que acudir a los mercados financieros para adquirir activos que sean capaces de cumplir con las expectativas de cada ahorrador/inversor. El mercado está plagado de productos de toda índole y para todos los gustos, teniendo muchos de ellos la capacidad de reconvertirlos de nuevo a dinero de forma casi inmediata y que, además, de muchos de ellos es conocido, de antemano, su precio de cotización en el mercado.

Existen dos elementos básicos dentro de cualquier proceso financiero: el ahorro y la inversión. Siendo la acumulación de dinero la base de toda inversión, se necesitarán unos conocimientos específicos y una cierta experiencia. El mundo de las finanzas es muy amplio y complejo por lo que será necesario adquirir conocimientos e información constantemente, asegurándose de que las decisiones que se tomen estén adaptadas a los nuevos productos que genera constantemente la ingeniería financiera. Evitar invertir en activos desconocidos es un primer paso para llegar al éxito financiero. Definir el perfil de riesgo, la etapa vital del inversor (edad, necesidades, ingresos, situación familiar y económica, etc.), establecer objetivos y plazos y elegir los vehículos de inversión más apropiados para cada inversor son los principales pasos a seguir.

La inversión financiera únicamente será productiva si es capaz de batir a la inflación. Pero, para batir a la inflación, será necesario ser consecuente con la volatilidad que, en unos casos, se postulará del lado del inversor y, en otros, en contra. He aquí la razón por la cual el dinero que se vaya a destinar a la inversión será aquél que, con seguridad, no se necesite en el muy corto plazo. Puede ocurrir, y ocurre en muchas ocasiones, que sea necesario deshacer una posición en el peor momento porque haya que solventar algún pago que no se contaba con él, teniendo que asumir irremediablemente una pérdida que, como decía, vendrá provocada por la volatilidad de la propia cartera de inversión que siempre instará a la incertidumbre. En el mundo de las inversiones, el riesgo (característica básica que distingue los productos de ahorro de los productos de inversión) debe de ser cuantificado, porque es la posibilidad de obtener rendimientos menores de lo esperado o, incluso, de perder parte del dinero invertido.

El dinero en efectivo guardado debajo del colchón o depositado en una cuenta corriente tampoco estará exento de la volatilidad. En este caso, a la volatilidad de la propia inflación. Los precios varían constantemente: en ocasiones, es predecible su fluctuación, pero en otras están al mandato del propio mercado. Por ejemplo, la cuota de la hipoteca se conoce con antelación el importe y el plazo que se mantendrá, pero no es así en el caso de los combustibles o de la energía que están fluctuando constantemente por su exposición directa a la ley de la oferta y la demanda.

El dinero es necesario para hacer frente a los gastos cotidianos y, también, sería ideal ahorrar una parte de los ingresos para destinarlos a los denominados fondos de emergencia y de reserva y, una vez constituidos estos, el resto dedicarlo a la inversión propiamente dicha para que el dinero genere sus propios beneficios. El fondo de emergencia se construirá para cubrir cualquier tipo de suceso monetario inesperado. El fondo de reserva tendrá como fin atender las necesidades futuras conocidas, con la única incertidumbre del momento y del precio.

Los expertos machaconamente coinciden en que en España el estímulo del ahorro es prácticamente nulo, añadiendo que lo que se ahorra se hace de una forma errónea debido a la falta de planificación y cultura financiera, lo que redunda en una pérdida constante de oportunidades de inversión. Las cuentas corrientes, los depósitos y la vivienda son los activos preferidos y en los que más cómodos se encuentran. Estas preferencias contrastan con los asesores financieros que se inclinan más por los fondos de inversión debido a su versatilidad, a su facilidad de inversión, a su amplio catálogo y por su diferimiento fiscal hasta que se produzca su reembolso.

Ahorrar no crea grandes emociones, pero sí parece que da satisfacciones, aunque el dinero no crezca y únicamente desaparezca con la inflación. Por el contrario, invertir es más excitante al añadir la expectativa de ver crecer el dinero, eso sí, asumiendo la posibilidad que parte del capital se pueda esfumar por el camino. En España, por ejemplo, al contrario que en otros países, en cuanto que se ingresa en el mercado laboral lo primero que se hace es comprar un coche y crear una hipoteca.

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