Los coeficientes Alfa, Beta y Volatilidad forman
parte de los denominados indicadores cuantitativos cuya misión es cuantificar
el riesgo de una inversión. Si bien el Alfa y la Beta son indicadores que
sirven de referencia a los inversores más experimentados, no es motivo para que
el inversor doméstico, particular o minorista no sepa qué función desempeñan,
aunque no aporten la evolución exacta del activo financiero ya que se calculan
a partir de datos históricos, en función del comportamiento que han tenido en
el pasado junto a su Volatilidad.
Los tres indicadores son válidos para cualquier tipo de
activo financiero: bien sea una acción, una cartera, un índice o un fondo de
inversión, siendo una referencia que juntas indicarán si es recomendable o no
entrar en un activo anteponiéndonos a los riesgos que se puedan contraer.
No enunciaré ninguna fórmula de cálculo para ninguno de los
indicadores entendiendo que no son significativas ni representativas ya que sus
valores se pueden obtener de cualquier página especializada en finanzas.
ALFA
El indicador Alfa o Ratio de Jensen mide la calidad
de gestión de una cartera de valores en comparación con la evolución del
Mercado o Índice al que pertenezca. Por lo tanto, mide la rentabilidad obtenida
gracias a la labor especializada del gestor, sin tener en cuenta la evolución
del entorno al que pertenece. Dependiendo de su valor, se podrá decir que el
activo evaluado se ha portado mejor o peor que su referencia.
Por lo tanto, el Alfa, al ser un valor numérico (diferencia
de rentabilidad del valor respecto a su índice de referencia), indica y
cuantifica la rentabilidad adicional que obtiene una determinada cesta de
activos con respecto al índice analizando y, de paso, la evolución bursátil de
dicho activo.
Si el Alfa es positiva, indicará que la inversión que se ha
llevado a cabo proporciona una mejora en la relación rentabilidad-riesgo que el
Índice o Mercado al que pertenece. Si es negativa, la evolución del valor será
peor que la del selectivo.
Con respecto a los Fondos, el Alfa sirve para juzgar si un
gestor está aportando valor o no. Es decir, la rentabilidad del Fondo vendrá
dada por dos conceptos: por un lado, la revalorización del propio Mercado y,
por el otro, la rentabilidad que se le atribuye al gestor. Si el Fondo analizado
replica un índice, poco o nada tiene que ver el Alfa.
En una cartera de acciones, el Alfa proporciona al inversor
cuál deberá ser la mayor o menor rentabilidad que debe esperarse del activo con
relación a lo que se espera según sea el riesgo del Mercado medido por la Beta.
En general, cuanto mayor sea el indicador Alfa, por tanto,
mejor serán las expectativas en términos de rentabilidad.
BETA
El indicador Beta mide la sensibilidad de la
rentabilidad histórica de un activo financiero en relación con el Índice o
Mercado al que pertenece, comparando las oscilaciones que haya podido
registrar. De esta forma, se puede observar cómo responde un determinado título
a las variaciones de la cotización del Mercado y, así, definir si dichas
oscilaciones han tenido una mayor o menor amplitud que el Índice al que
pertenece.
Si la Beta está referenciada a un Fondo, medirá la
sensibilidad de su valor liquidativo con respecto al índice de referencia
indicando así la exposición al Mercado que está asumiendo el gestor.
La Beta puede adquirir varios valores para indicar que el
precio del activo varía en la misma o diferente dirección que el Índice de
referencia. Si su valor es igual a 1, indica que el activo se mueve igual que
su referencia. Si su valor es mayor que 1, implica que el activo es más volátil
que la referencia asumiendo mayor riesgo con respecto a los movimientos del
Mercado. Y, si el valor es inferior a 1, el activo es menos volátil que la
referencia y su riesgo será menor haciéndolo más defensivo. Aunque un tanto
improbable, puede tomar valores negativos mostrando un comportamiento inverso a
su referencia, adquiriendo el activo, en este caso, un carácter de refugio.
Si la Beta es positiva, interesa invertir en Mercados alcistas
y según el perfil de riesgo del inversor. Por el contrario, en los Mercados
bajistas interesa más invertir en valores con Betas negativas.
La importancia de este indicador radica en que da una visión
más o menos certera del comportamiento del activo en relación con la evolución
que ha tenido el Mercado o Índice de referencia.
VOLATILIDAD
La Volatilidad, que nació el mismo día que los
Mercados Financieros, mide los cambios que experimentan las rentabilidades de
los diferentes activos, dando a conocer el grado de incertidumbre existente y se
utiliza para cuantificar los cambios aleatorios que se producen en las
rentabilidades de los diferentes productos de inversión. Cuanto mayor sea la
amplitud de las fluctuaciones que experimenta un activo en una gráfica, mayor
será la Volatilidad y viceversa. Al medir las fluctuaciones de un activo con
respecto a su media en un periodo de tiempo determinado, ayuda a cuantificar el
riesgo al ser éste directamente proporcional a la Volatilidad. La variación de
la Volatilidad en los Mercados Financieros se hace muy sensible ante cualquier
noticia o situación anómala e inesperada que ocurra en el mundo.
La Volatilidad se asocia al riesgo con el fin de obtener una
medida que lo estime. Conocer las características de riesgo de una determinada
inversión es fundamental para entender su posible comportamiento futuro. Cuanto
mayor conocimiento exista de la Volatilidad, mayor posibilidad de éxito
existirá en la inversión del activo financiero. Cuanto mayor sea la Volatilidad,
mayor será el riesgo que lleva asociado el activo. También es importante para
el conjunto de la cartera del inversor debido a que cada activo tendrá
características de riesgo diferentes. Tener en cuenta esta característica
contribuirá a establecer una correcta diversificación. El inversor doméstico no
puede, de ninguna manera, controlar las caídas de los Mercados, pero sí puede
controlar el riesgo de sus inversiones porque es directamente proporcional al
beneficio futuro de la inversión. Por lo tanto, no está de más recordar que
buscar el equilibrio entre ambos es algo que siempre jugará a favor del
inversor dejando el camino más despejado al rendimiento positivo.
La evolución de la Volatilidad vendrá dada a propósito de
que una inversión sea o se realice con miras al corto o largo plazo. Me
explico: una fuerte subida y bajada en un periodo de tiempo muy corto eleva el
nivel de Volatilidad. Esta fluctuación les afectará a los inversores de corto
plazo. Por el contrario, los inversores de largo plazo se verán afectados de
forma menos abrupta porque su estrategia está pensada para que esas
fluctuaciones, la mayoría de las veces inesperadas, no sean significativas ni
seriamente preocupantes.
Un Mercado volátil sufre cambios bruscos de precio asociados
a un alto volumen de transacciones, por lo que las variaciones del precio
pueden ser imprevistas. Cuando un activo financiero tiene una alta Volatilidad
es porque sus rentabilidades, en un periodo determinado de tiempo, han sido muy
dispares entre sí. Si, por el contrario, la Volatilidad es baja, es debido a
que las rentabilidades han experimentado unas variaciones más estables, por lo que
a ese activo se le asocia un menor riesgo.
Se pueden diferenciar varios tipos:
- Histórica. Es la variabilidad de la rentabilidad que experimenta un activo en un periodo de tiempo. Es decir, se basa en el pasado.
- Implícita. Es la Volatilidad que se presupone que tendrá un determinado activo en el futuro, calculándose a partir de los precios actuales que tenga el activo.
- Estocástica. Es el cambio de Volatilidad que experimenta un activo de forma incierta.
- Determinista. Cuando los cambios de Volatilidad son nulos o los que experimenta el activo son predecibles.
La Volatilidad del Mercado es medida mediante el índice VIX,
que, aunque está calculado con acciones de EE. UU., tiene mucha influencia a
nivel mundial debido a la globalización de los Mercados.
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