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No hay democracia más perfecta que la del Mercado donde las transacciones son voluntarias entre consumidores libres. Cuando alguien ajeno regula la compraventa, el Mercado pierde su libertad de movimiento y se colapsa en una de las direcciones. El precio justo de una compraventa se consigue cuando la oferta y la demanda tienen libertad de movimiento, habiendo una información transparente y compartida uniformemente tanto por la parte compradora como por la vendedora. Pero esto habitualmente no es así debido a que una de las partes tiene mayor conocimiento que la otra, surgiendo entonces un “fallo de información en el Mercado” conocido en la jerga financiera como Información Asimétrica o Asimetría de la Información. En casi la totalidad de las transacciones económicas será el vendedor el que posea una información mayor que el comprador.
El autor, Nassim Nicholas Taleb, de origen libanés, se define como “empirista y escéptico”. Ensayista de éxito y autor de varios libros. Trader en productos derivados, gestor de Hedge Funds y profesor en la Universidad de Massachusetts. Matemático empírico, analista del comportamiento económico del individuo, investigador de las reglas y la lógica de la suerte, de la probabilidad, del saber y de la incertidumbre.
El término de “Cisne Negro” proviene, según parece, de la expresión latina “un ave rara en la tierra, y muy parecida a un cisne negro”. Esta frase, aludiendo a una declaración de imposibilidad, era muy utilizada en el Londres del siglo XVI. Es obvio que en esta época no se conocía ningún cisne negro. En 1697 se llegó a Australia y se descubrió que los cisnes también podían ser negros.
Esto quiere decir que muchas de las creencias que inicialmente pueden ser irrefutables, incluso por evidencia empírica, en un momento dado se desmoronan, aunque provengan de la observación y la experiencia. Prueba de ello lo tenemos actualmente viendo que cada poco aparece un “Cisne Negro” al estar el mundo intercomunicado como lo tenemos ahora.
La seguridad forma parte de la supervivencia del individuo. Tanto es así, que, en la propia educación, desde la infancia, se nos recuerda constantemente con frases como “no toques ahí” o “no hagas eso que te vas a hacer daño”. Posteriormente, la vida nos pone a prueba constantemente y nos hace poner en práctica todo aquello que nos enseñaron y nos contaron en su día nuestros progenitores. Sin embargo, por mucho que se nos insista, sabemos que Santa Bárbara está ahí, pero no nos acordamos de ella hasta que no está la tormenta encima. Sabemos, por el contrario, y no lo ponemos en práctica todo lo que deberíamos, que si hay tormenta no es conveniente tender la colada. Por desgracia, tienen que ocurrir los sucesos para que se pongan en marcha ciertos protocolos de seguridad.
El inversor doméstico se encuentra con la tesitura de no saber qué hacer debido al desconocimiento, provocado por el escaso interés y compromiso con la gestión de sus ahorros. Veamos, entonces, las garantías y riesgos de cada uno de los productos de inversión.