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Por sus
particularidades, el dinero difiere de cualquier otro bien de propiedad
formando una parte muy importante del patrimonio personal y familiar. Entre la ciudadanía, el desconocimiento del funcionamiento del dinero es algo muy normal, aun siendo uno de los pocos bienes que se usan a diario. Es tan importante
en el mundo de las finanzas que no hay inversión financiera que se precie que
pueda prescindir de él. Pero, cuidado, siendo el primer actor de una inversión,
tiene la particularidad de que con el paso del tiempo siempre pierde valor por
el efecto irremediable de la inflación. Por el contrario, toda propiedad
material, con el paso del tiempo, tiene la capacidad de revalorizarse.
Cualquier propiedad se puede cambiar por dinero y viceversa, aunque no sea
conveniente cambiar todo el dinero por bienes porque no siempre esas
adquisiciones tienen la capacidad inmediata de convertirlas de nuevo en dinero,
ni de utilizarse como medio de pago en el caso de que surja algún imprevisto
que pueda ser remediado con el dinero.
La inflación,
como digo, es implacable con el ahorro, por eso es necesario intentar conseguir
un rendimiento sin olvidarse del monto pecuniario destinado a la liquidez. Para
conseguir ese rendimiento adicional, no hay más remedio que acudir a los
mercados financieros para adquirir activos que sean capaces de cumplir con las
expectativas de cada ahorrador/inversor. El mercado está plagado de productos
de toda índole y para todos los gustos, teniendo muchos de ellos la capacidad
de reconvertirlos de nuevo a dinero de forma casi inmediata y que, además, de
muchos de ellos es conocido, de antemano, su precio de cotización en el
mercado.