27 de abril de 2021

Los impuestos: inevitables como la muerte

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Hablar de impuestos, aunque pueda parecer una conversación del mundo reciente, no es un tema de actualidad. Desde los inicios, los gobiernos siempre han ido inventando formas de recaudar dinero: gravando cosas, propiedades, usos… suscitando siempre constantes polémicas. Por otra parte, el pueblo, siempre ha estado en contra de que tenga que desprenderse de una parte del dinero que ha ganado con esfuerzo. La historia está plagada de hechos que tuvieron lugar a partir de los impuestos: José y María, cuando viajaron a Belén, ya lo hicieron por temas fiscales: el César Augusto había ordenado que cada familia debía ir a su ciudad de origen para empadronarse; la firma de la Carta Magna en Inglaterra, la Revolución Francesa, el motín del té de Boston y la Guerra de Independencia estadounidense tuvieron su origen en las protestas por los gravámenes.

Existe constancia de la existencia de los impuestos desde hace más de 30 siglos cuando el sabio indio Manú decía: “para que la dura obligación de pagar impuestos no sea injustamente sentida, los tributos deben contemplar el total de los ingresos, porque no es justo que el ciudadano que tenga 100 rupias pague el 10% y que pague también ese porcentaje quien gana 1.000 e incluso diez veces mil”. La fiscalidad ha estado presente en todas las civilizaciones a lo largo de la historia (siempre se ha necesitado dinero para pagar los gastos del Estado) pero ha ido evolucionando según ha ido transcurriendo el tiempo influyendo en el grado de desarrollo socioeconómico, quedando muy influida por la demografía, por la especulación financiera, por las devaluaciones monetarias, por el desarrollo industrial, por las necesidades estratégicas y financieras de los Estados y por la ideología reinante según el momento. Con el paso del tiempo, los impuestos tienden a acumularse y crecer gradualmente, convirtiendo al sistema en más complejo e intransigente. Paralelamente, cuanto más altos sean los impuestos, mayores incentivos tienen los contribuyentes para evitarlos.

“En este mundo no hay nada seguro, salvo la muerte y los impuestos”. Benjamin Franklin.

Un impuesto es un tributo que se paga a los estados para que le puedan hacer frente a los gastos públicos sin que exista una contraprestación directa. Su pago es obligatorio tanto para las personas físicas como para las jurídicas. En la mayoría de los países, tanto el gobierno central como los locales tienen potestad para imponer gravámenes, teniendo en cuenta que uno de los principios fundamentales de las democracias es que los impuestos solo pueden ser aprobados por los representantes que los ciudadanos han elegido por sufragio.


Según Adam Smith, el sistema tributario debe cumplir cuatro reglas:

  1. Los contribuyentes deben pagar impuestos en proporción a su renta.
  2. Los impuestos deben de ser ciertos y no arbitrarios, siendo el momento y la forma de pago claros para todos.
  3. Los impuestos se deben de imponer en el momento oportuno.
  4. Los impuestos no deben de interferir las decisiones que tomen los ciudadanos.

Los primeros impuestos de la historia de los que se tiene constancia no fueron tributos abusivos. Lo primero en gravarse fue la tierra por ser la fuente más importante de riqueza, después el comercio, el arte, la medicina y el trabajo manual. Los ciudadanos ricos tenían que hacer regalos al Estado, bien en forma de dinero o de bienes: si esto no era suficiente, se gravaría con impuestos los productos que se comercializaban y así pagaban los ricos y los pobres.

“El arte de la tributación consiste en desplumar al ganso consiguiendo la mayor cantidad de plumas con el menor número de graznidos”. Jean-Baptiste Colbert.

Los estados, ante la necesidad de obtener ingresos para sufragar los gastos, han originado, a lo largo de su dilatada historia, la creación de numerosos y curiosos impuestos. Quizás alguno de ellos nos mueva la risa, pero en su momento no hacían ninguna gracia:

  • Roma estableció un tributo especial a las tierras conquistadas llamado “tributum o estipendiem” y otro a las personas denominado “tributum capitis”.
  • En los reinos cristianos los impuestos se establecían según las necesidades, sin ser necesario hacer un presupuesto previo.
  • En la España musulmana se impusieron impuestos a las cosechas, sobre los derechos de paso, sobre las edificaciones, sobre los rebaños, sobe las tierras, sobe las transacciones económicas, sobre los derechos de aduanas y por la compraventa de bienes.
  • En Francia, durante la Edad Media, la localidad donde se ejecutaba a un reo le tenía que dar al verdugo la soga, una cabaza de cerdo, dos botellas de vino y media docena de panes. Una vez realizada la ejecución, el ayuntamiento se quedaba con la soga que sería vendida en trozos pues existía la superstición de que poseer un pedazo de ella sería motivo de buena suerte.
  • José II, emperador de Austria en el siglo XVIII, gravó el uso del colorete al descubrir que cada mujer se gastaba unos cien florines al año en ese cometido.
  • En el siglo I, el emperador romano Vespasiano, impuso un impuesto a la orina que se usaba en las lavanderías y en los talleres de curtidores.
  • El emperador augusto decretó varias leyes con el fin de recuperar la familia tradicional penalizando con un tributo la soltería.
  • En el siglo XVII, en el Reino Unido, se les aplicó un impuesto a las ventanas de las viviendas y, en el siglo XVIII, a los ladrillos.
  • Durante el siglo XVIII, en el Reino Unido, el sombrero estaba asociado a la riqueza por lo que su comercialización se gravó con un impuesto especial.
  • Enrique VIII estableció un impuesto a los que llevasen barba, señal de que el que la llevase era tan rico que podía permitirse el lujo de pagar ese impuesto.
  • Desde el siglo XVII hasta bien metido el XX, en Inglaterra, el fabricante de barajas debería de pagar un impuesto específico. Para controlar que ese impuesto se pagaba, se ponía un sello en una de las cartas, pero a partir del año 1718 se estableció que el sello debería ir puesto en el As de Picas, lo que dio lugar a la picaresca de falsificar dicha carta y esa falsificación fue tipificada como delito capital.
  • Ceaucescu, en Rumanía, para favorecer el aumento de la natalidad creó el impuesto del celibato a la mujer que no se quedaba embarazada.
  • En Canadá, ante la llegada de muchos chinos en le año 1858 debido al descubrimiento de oro en el río Fraser, se les impuso un impuesto a los inmigrantes chinos.
  • En Iowa, Pensilvania y Nueva Jersey son gravadas con un impuesto las calabazas que se utilicen para decorar.
  • En Inglaterra, cada televisor es gravado con un impuesto para financiar la BBC.
  • Las personas mayores de 100 años, si no son dependientes, en Nuevo México, están exentas de impuestos.

Aquí, en España, según la época, se llegó a pagar por todo: por tener caballos se pagaba el derecho de cabalgada, si se tenía un rebaño se pagaba el herbaje para que pudiera pastar, si una tierra se quería sembrar había que pagar el terrazgo y para regarla se pagaba la hecha, la limpieza de acequias se gravaba con la alfardilla y el acequiaje, si se vendía un caballo en la feria se pagaba la cuatropea, si se pasaba por un monte se pagaba el montazgo, si la tierra por donde se pasaba pertenecía a un castillo se pagaba la castillería, quien importaba o exportaba un bien personal pagaba el almojarifazgo, si la mercancía se guardaba en una lonja pública se pagaba la alhóndiga, para poder recoger frutos secos había que pagar la almaja, los propietarios de una casa pagaban por el solar el impuesto de infurción y si la casa tenía chimenea se pagaba el tributo de humaza, si se quería tener fuego en el interior se pagaba el impuesto de fogaje, al pasar con el ganado por un municipio se abonaba la alcaidía y recuaje (si eran carneros, el carneraje), el simple hecho de tener ganado se gravaba con la jineta, viajar en carro tenía un impuesto de circulación o rodaje, quien no quería pagar impuestos pagaba la anúteba para que el señor feudal hiciera la vista gorda, cuando el señor pasaba por momentos de necesidad se pagaba la finta, se pagaba el monedaje sobre bienes muebles y raíces, de los beneficios obtenidos se abonaba al rey el quinto, se pagaba el villazgo por ser habitante de la villa, era preciso pagar el diezmo a la Iglesia, el funeral del señor del lugar era pagado por sus vasallos con el impuesto llamado luctuosa, una vez al año se pagaba un impuesto llamado cena del rey para abonar lo que comía el señor, la martiniega se pagaba el día de san Martín, si se compraba sal se pagaba el tributo de la salga, si se pasaba por un lugar que no era en el que se estaba empadronado había que pagar el derecho de pasaje, si se pasaba por un puente se pagaba el pontazgo y al cruzar una puerta al entrar o salir de la ciudad se abonaba el portazgo.

En fin, el caso es que en la antigüedad los impuestos eran raros si se comparan con los que existen en la actualidad, pero en la mayoría de los caos no superaban en su totalidad el 10 por 100 del salario medio del contribuyente.


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