![]() |
Foto by pixabay.com |
La
desigualdad económica siempre ha sido un debate que no se ha bajado de la moda
por ser un tema que siempre se ha mantenido candente. Las precedentes décadas
consecutivas de crecimiento han generado mucha riqueza, pero con el agravio de
que los activos se han ido concentrando en la parte alta de la pirámide donde
predominan los hogares cuyos miembros son de edad avanzada, mientras que en la base
de la pirámide están las generaciones más jóvenes. Nos hemos acostumbrado a la
tendencia natural de que el patrimonio vaya aumentando con la edad, hasta
conseguir más poder adquisitivo que los progenitores. Sin embargo, la OCDE
advierte que el “ascensor de la riqueza” (sic) se está desacelerando para los
más jóvenes, lo que hace que pierdan poder adquisitivo. Es decir, la relación
entre acumulación de riqueza y envejecimiento está perdiendo la
proporcionalidad, poniendo en riesgo la riqueza futura de los jóvenes actuales.
Por desgracia, puede que no sea ni comparable con las generaciones que están
por llegar. Las dos vías principales para acumular riqueza han sido las rentas
del trabajo y las rentas del ahorro. Los salarios y la estabilidad laboral, que
con anterioridad fueron aumentando sin decadencia, se han visto interrumpidas
en los últimos lustros afectando a las generaciones más jóvenes, aumentando la
brecha de riqueza entre los hogares más mayores y los más noveles.