La Bolsa no es un juego. Quizás se use con demasiada
frecuencia la expresión de “jugar a la Bolsa” cuando la idea que se quiere expresar
es que se está invirtiendo en ella. Si la inversión se toma como un juego, cuya
esperanza matemática es negativa, las pérdidas aparecerán de inmediato. Es
cierto que a veces la suerte se pone del lado del inversor, pero no siempre es
así, no existen los milagros; más que nada, porque al otro lado del terminal de
contratación están los mejores inversores sin ningún tipo de escrúpulo.
Invertir únicamente el dinero que no
se va a necesitar en el corto plazo.
Siempre hay que disponer de un fondo de reserva para atajar un gasto que surja
de forma inesperada, porque si para resolverlo hay que acudir a la Bolsa en
busca de liquidez, deshaciendo parte de la cartera, es posible que se esté
vendiendo en el momento menos propicio. La inversión en el Mercado Bursátil,
que no es una ciencia exacta, no garantiza beneficios: habrá momentos de
pérdidas debido a las turbulencias propias del Mercado o porque la inversión haya
sido errónea. Por eso, nunca se debe invertir el dinero que proceda de un
préstamo, ni tampoco el dinero que su pérdida provoque un compromiso en las
finanzas personales.
No dejarse llevar por la euforia. En ocasiones, las cotizaciones
aumentan de precio por el simple hecho de que están de moda o por expectativas
futuras sin fundamentos reales. La euforia provoca comprar basándose únicamente
en que el precio del activo es bajo o vender porque el precio es alto, sin
pensar que el precio bajo puede dar lugar a precios más bajos todavía o precios
altos pueden convertirse en más altos aún.
Ir a favor de la tendencia. Anticiparse al cambio de la tendencia
de un valor no es recomendable porque la inercia del Mercado es muy poderosa,
propiciando el riesgo del fracaso. El propio sentimiento del Mercado es capaz
de llevar las cotizaciones de una empresa más allá de la lógica. Ninguna
cartera permanece inmune a los efectos causados por quienes tienen el poder de
mover los Mercados.
No es necesario estar siempre
invertido. Mantenerse
en liquidez también es una forma de estar invertido. Sólo hay que tomar
posiciones cuando la situación del Mercado así lo requiera. Reducir al máximo
la rotación de los activos que componen la cartera minimiza sustancialmente los
costes de gestión.
Dejar correr las ganancias y cortar
las pérdidas. Es un
error muy común entre los inversores menos avezados vender en cuanto ven algún
beneficio y dejan correr las pérdidas, creyendo que en algún momento el precio
se dará la vuelta y entrarán en plusvalías. Todo lo que cae no sube sin motivos
aparentes, es más, no materializar las minusvalías y reconocer el error en la
inversión suele dar lugar a mayores pérdidas. Está comprobado psicológicamente
que la satisfacción que producen los beneficios es inferior al disgusto que
acarrean las mermas. Controlar las pérdidas significa que existe un límite en
el que se pueden asumir para tener un margen de recuperación en la siguiente
operación. El interés compuesto, añadido al paso del tiempo, permitirá
conseguir una mayor rentabilidad. Nunca un activo que está en posición ganadora
puede dar lugar a una posición perdedora.
No promediar a la baja. Cuando se está perdiendo en un valor
no es aconsejable comprar más títulos con el fin de que el promedio dulcifique
las pérdidas. Cuando un valor está bajando nada indica que se dé la vuelta en
breve, por lo que incidir en comprar más acciones del mismo valor es generar
nuevas mermas. Si un valor ofrece minusvalías latentes es mejor deshacer la
posición, reconocer el equívoco e irse a otro con mejores perspectivas.
Es prácticamente imposible comprar en
mínimos y vender en máximos.
En Bolsa solo dios y los mentirosos son capaces de comprar en mínimos y vender
en máximos. Los suelos y los techos no son lugares de especulación hasta que el
Mercado no los confirme, ya que el precio no permanecerá mucho tiempo en esos
extremos.
Prudencia, paciencia y disciplina. Una mala inversión siempre está al
acecho del inversor. Ser prudente, tener paciencia y ser disciplinado con las
decisiones de inversión es una batalla ganadora.
El criterio de una inversión no puede
ser el rumor.
Invertir sin información y sin conocimientos financieros, para hacerlo
únicamente con el rumor o simplemente copiar la inversión de otro inversor, suele
ser contraproducente. No se recomienda invertir en lo desconocido, se deben
hacer los deberes antes de arriesgar el ahorro. “Wall Street es el único lugar
en el que la gente que viaja en Rolls Royce recibe consejos de los que viajan
en metro”. La formación es el mejor aliado para tener un sistema de trabajo que
permita obtener beneficios recurrentes.
Disponer de un método de inversión. Invertir con un sistema específico da
muchas más opciones de éxito que si se acude al Mercado sin él. Un método,
aunque esté sumamente contrastado, también generará en momentos puntuales
pérdidas, pero serán cuánticamente inferiores a las veces en que se acierta. El
método será aplicado con suma disciplina como si de un mecanismo de reloj suizo
se tratase. Esto quiere decir que es necesario disponer de un plan de inversión
previamente preestablecido: si ese plan ha llevado al error, no pasa nada, se
deshace la posición inicial y se reconoce la equivocación. Se trata de obtener
beneficios en cuantía superiores a las pérdidas, no hay otro secreto para el
éxito. Los aciertos y los errores forman parte del negocio de la Bolsa.
Una acertada diversificación reduce
considerablemente el riesgo.
Una forma de reducir el riesgo de la cartera es dotarla de valores que tengan
poca correlación entre sí. Esta regla se explica muy bien teniendo en cuenta la
máxima que dice: “no poner todos los huevos en la misma cesta”. El control del riesgo
es imprescindible, de tal forma que será necesario adecuarlo a lo que se
considera tolerable en las diferentes etapas por las que atraviesa el Mercado a
lo largo de la inversión planteada. Balancear adecuadamente el riesgo es
fundamental para no acarrear pérdidas debidas a una mala planificación. Los
primeros pensamientos irán enfocados hacia lo que se está dispuesto a perder
para luego pensar en lo que se puede ganar.
En Bolsa no solo cotizan las compañías
más grandes y más conocidas.
Los valores con más capitalización y los más conocidos no siempre son los
mejores para invertir. Hay multitud de compañías que cotizan a unos ratios muy
favorables para el ahorrador y que se deben de tener en cuenta también a la
hora de formar la cartera.
Huir de los valores especulativos. Los valores especulativos, de la
misma forma que puede generar grandes beneficios en cortos periodos de tiempo,
pueden generar grandes pérdidas irrecuperables en también breves espacios de
tiempo.
Hacer un seguimiento continuado de la
inversión. Un
seguimiento periódico de la cartera es producente. Invertir no es comprar un
valor y dejarlo ahí creyendo que tarde o temprano dará sus frutos. La historia
ha demostrado con creces que lo invertido no siempre se recupera y, en caso de
que se consiga recuperar, se han dejado pasar multitud de oportunidades de
inversión. El seguimiento pormenorizado de la cartera se consigue teniendo adecuadamente
actualizadas la formación y la información.
Utilizar herramientas apropiadas. Es necesario tener al menos las mismas herramientas de trabajo que utilizan los profesionales. Con ellas se obtendrán los análisis necesarios para decidir o no qué valor en el más idóneo. Invertir usando la parte emocional puede resultar útil en alguna ocasión, pero lo habitual será que no. Las decisiones en Bolsa se toman desde el lado racional combinando las metodologías del Análisis Fundamental y el Análisis Técnico.
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