25 de enero de 2022

El importe de la Pensión de Jubilación también dependerá de nosotros mismos

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La vida está plagada de incertidumbres, estando relacionadas con el futuro económico personal gran parte de ellas. Los sistemas públicos de pensiones, con el tiempo, debido al cambio demográfico y a factores económicos, han ido adquiriendo desequilibrios. El aumento de la esperanza de vida es directamente proporcional al pago de pensiones durante más tiempo. De igual modo, el descenso de la natalidad anticipa una reducción futura de cotizaciones para pagar las pensiones estatales del futuro. Cuando se ideó la viabilidad del sistema en vigor nunca se pensó, por ejemplo, que podrían coincidir hasta dos generaciones recibiendo una pensión pública, y no me refiero a que esta situación surja de una forma esporádica: según va pasando el tiempo ocurre con más frecuencia.

Durante la etapa laboral, se realizan aportaciones con el fin de abonar las pensiones públicas de los jubilados existentes en ese momento; cuando finaliza esa etapa, el proceso se invierte y sigue sucediendo lo mismo, con la diferencia de que serán otros trabajadores los que hagan las aportaciones pertinentes para que aquellos trabajadores iniciales cobren su merecida retribución pública. Respecto a los factores económicos que decía, se reflejan perfectamente en el déficit del sistema en tanto que los gastos superan a los ingresos según estaban establecidos, provocando, ya lo hemos visto, la liquidación del Fondo de Reserva de la Seguridad Social. La falta de previsión induce a que el sistema público se vea abocado al fracaso, quedando como casi única solución complementar la pensión con el ahorro privado. Cuando hablo de fracaso no me refiero a quiebra, porque las pensiones nunca quebrarán si el Estado no lo hace antes, me refiero a que las cuantías no serán equiparables a las actuales rozando la posibilidad de que no sean capaces de satisfacer las necesidades básicas financieras. Ni qué decir tiene que la pensión pública no será capaz de conseguir el nivel de vida de la época en que se estuvo en activo.

18 de enero de 2022

La Regla del 72

La primera cita que se tiene de esta regla, que sigue resultando de utilidad en la actualidad, data de hace más de 500 años. Aparece por primera vez explicada en el libro Summa de Arithmetica, publicado en 1494 y cuyo autor, el italiano Fray Luca Bartolomeo de Pacioli (1445 – 1517), fue un fraile franciscano, matemático, contador, economista y profesor, precursor del cálculo de probabilidades y reconocido históricamente por haber formalizado y establecido el sistema de partida doble (se basa en una doble anotación: el debe y el haber), que es la base de la contabilidad moderna.

El citado libro está catalogado como un completo resumen de las matemáticas del Renacimiento y se le considera el primer manual de contabilidad de la historia. Varios de los conocimientos descritos fueron ideados por Pacioli, otros de las escuelas indias e islámicas, pero no aclara el origen de la regla que trae causa esta enterada. Fue vendido por 1,2 millones de dólares en la casa de subastas Chistie’s de Nueva York.

La “Regla del 72” permite, a través de un simple cálculo, tomando como referencia el número 72, comprender de forma rápida y sencilla los beneficios del interés compuesto, así como proyectar la evolución de variables económicas. Con ella se puede determinar, de una forma muy sencilla y de manera aproximada, cuánto tiempo llevará duplicar un capital inicial. O, de forma inversa, saber la tasa de interés necesaria para, en un determinado periodo de tiempo, duplicar el capital. Siendo esta regla tan simple y útil, no son muchos los profesionales financieros que la conocen.

11 de enero de 2022

España cumple dos décadas con el Euro como moneda

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Buscando una mayor estabilidad económica y un comercio transfronterizo más cómodo, a finales de los años ochenta, en Europa, se propuso una unión económica y monetaria. Así, 11 países (posteriormente se irían añadiendo más, hasta un total de 19) crearon una nueva moneda: el euro (nombre que se decidió en el Consejo Europeo celebrado en Madrid en diciembre de 1995 y que significa viento de Europa que sopla del este hacia el oeste). Su símbolo gráfico (€) se inspira en la letra griega épsilon y remite a la primera letra de Europa, representando las líneas paralelas la estabilidad de la nueva moneda. El 31 de diciembre de 1998 se fijaron sus tipos de cambio irrevocables poniendo en manos del Banco Central Europeo (BCE) la política monetaria. El 1 de enero de 1999 nació el euro como moneda común, siendo el sucesor del ECU o Unidad Monetaria Europea (European Currency Unit) teniendo una paridad de 1:1.

Al principio, el euro únicamente se usaba para fines contables como moneda escritural (por ejemplo, desde el 1 de enero de 1999 la negociación de los valores bursátiles se realiza exclusivamente en euros) abriéndose un periodo de transición de tres años para, de una forma gradual, retirar las monedas nacionales dando paso a las monedas y billetes en euros. Recae sobre los gobiernos nacionales la responsabilidad de las monedas, pero es el BCE quien aprueba, de forma anual, el volumen de monedas y billetes que se han de emitir.

El 1 de enero de 2002, después de un plan de comunicación integral para concienciar a la población del cambio monetario, comenzó la circulación de la nueva moneda con un despliegue nunca visto: al segundo día, el 96% de los cajeros automáticos de la zona euro ya dispensaban billetes de euro. Una semana después, las transacciones monetarias en efectivo ya se realizaban en la nueva moneda. Aunque hubo una campaña promocional sin precedentes, hubo que dejar de pensar en pesetas y aquello no fue fácil, menos mal que nos ayudaron las calculadoras conversoras y la equivalencia aproximada de que 1.000 pesetas eran 6 euros. Los billetes y monedas nacionales dejaron de ser de curso legal el 28 de febrero de 2002 pero se podían cambiar en cualquier banco o caja de ahorro hasta el 30 de junio (ya saben: 1 euro = 166,386 pesetas). Después de esa fecha, las pesetas se pudieron canjear a euros en el Banco de España, después de varias prórrogas, hasta el 30 de junio de 2021. Ahora, la peseta no puede ser cambiada por ninguna otra moneda de curso legal a no ser que se haga a través del mercado no regulado del coleccionismo; perdiendo, por tanto, su valor nominal o facial, manteniendo el intrínseco y el numismático.

4 de enero de 2022

Compañías de Baja Capitalización o Small Caps

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De manera coloquial, se denominan Small Caps o Compañías de Baja Capitalización a aquellas empresas que cotizan en los Mercados Financieros y poseen una pequeña capitalización bursátil. En principio, no existe ninguna regla general para definir a las Small Caps según su valor numérico, pero de una forma orientativa, en el Mercado Bursátil Español, se pueden considerar así a aquellas compañías con una capitalización inferior a los 1.000 millones de euros. En otros Mercados, el valor de su capitalización para su catalogación puede variar significativamente con respecto al nuestro. En España, existe un índice que está formado por este tipo de empresas, el IBEX SMALL CAP, estando diseñado para representar el comportamiento de los valores de menor capitalización negociados en la Bolsa española y, a su vez, para servir como subyacente de otros productos de inversión.

Invertir en este tipo de compañías se puede realizar de la misma forma que si de otra compañía de mayor capitalización se tratase. Dentro de sus ventajas, destaca su alto potencial de crecimiento debido a que, como su tamaño es reducido, su capacidad de crecimiento es mayor que otras más grandes. Es más, los índices bursátiles que las incluyen suelen tener mejores medias en lo que a rentabilidad se refiere. Paralelamente, los inversores y los analistas no las siguen de una forma habitual, lo que da lugar a una ineficiencia en el Mercado y a que haya empresas infravaloradas ofreciendo una gran oportunidad de inversión.