2 de septiembre de 2024

Los jóvenes cada vez más formados, pero menos "acaudalados".

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En términos de inversión, no es lo mismo llegar apurado a final de mes que atesorar una cierta situación de solvencia financiera. En el primer caso, apenas se puede ahorrar y mucho menos invertir; en el segundo, existe un margen para diseñar una estrategia inversora. Está claro que el nivel de poder adquisitivo es una variable crucial para el emprendimiento de una carrera inversora.

La desigualdad económica siempre ha sido un debate que no se ha bajado de la moda por ser un tema que siempre se ha mantenido candente. Las precedentes décadas consecutivas de crecimiento han generado mucha riqueza, pero con el agravio de que los activos se han ido concentrando en la parte alta de la pirámide donde predominan los hogares cuyos miembros son de edad avanzada, mientras que en la base de la pirámide están las generaciones más jóvenes. Nos hemos acostumbrado a la tendencia natural de que el patrimonio vaya aumentando con la edad, hasta conseguir más poder adquisitivo que los progenitores. Sin embargo, la OCDE advierte que el “ascensor de la riqueza” (sic) se está desacelerando para los más jóvenes, lo que hace que pierdan poder adquisitivo. Es decir, la relación entre acumulación de riqueza y envejecimiento está perdiendo la proporcionalidad, poniendo en riesgo la riqueza futura de los jóvenes actuales. Por desgracia, puede que no sea ni comparable con las generaciones que están por llegar. Las dos vías principales para acumular riqueza han sido las rentas del trabajo y las rentas del ahorro. Los salarios y la estabilidad laboral, que con anterioridad fueron aumentando sin decadencia, se han visto interrumpidas en los últimos lustros afectando a las generaciones más jóvenes, aumentando la brecha de riqueza entre los hogares más mayores y los más noveles.