Basándose en un modelo de reparto y de solidaridad intergeneracional, la Seguridad Social no deja de ser un programa de bienestar que proporciona unas determinadas coberturas a todos los habitantes que las necesiten. Uno de los pilares del Estado de Bienestar son las pensiones públicas que garantizan el cobro de unas prestaciones económicas: tal es el caso de la jubilación, viudedad, orfandad o en el supuesto de una enfermedad permanente.
Para acceder
a una pensión hay que cumplir una serie de requisitos, siendo el requisito
fundamental el haber cumplido unos tiempos mínimos de cotización al sistema.
Este criterio es el que hace que las pensiones se dividan en dos tipos:
contributivas y no contributivas, teniendo cada una de ellas su propio conjunto
de subgrupos que identifican la situación de las personas que las perciben. Estas
prestaciones cubren la pérdida de ingresos que sufre una persona cuando pone
fin a la etapa laboral. Es importante, por ello, conocer cuándo se tiene
derecho al cobro de cada una de ellas.