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Durante la etapa de acumulación, el principal riesgo es la
falta de crecimiento del capital. Por el contrario, durante la jubilación los
principales riesgos son la longevidad, la inflación y la retirada de fondos
propios en épocas donde los mercados sean bajistas, ayudando a agotar anticipadamente
las reservas de capital.
El desgaste y las malas previsiones sobre la sostenibilidad
del sistema público de pensiones han hecho que la mayoría de los
ahorradores/inversores se planteen la planificación de su jubilación. Por ese
motivo, hay muchos jubilados que han decidido mantenerse invertidos una vez que
han llegado a su edad dorada, con la intención de seguir dándole valor a sus
ahorros y así evitar que la inflación les vaya disminuyendo la capacidad de poder
adquisitivo. En esta etapa, al no tener las mismas necesidades que en la etapa
de acumulación, es necesario elaborar un nuevo presupuesto con los importes de
las fuentes de ingresos, gastos y, como no, seguir con el hábito del ahorro
para evitar posibles problemas financieros durante de jubilación. Los ahorros
que no se disponga de ellos tendrán que seguir generando intereses porque puede
ocurrir que los gastos superen a los ingresos. Si el monto acumulado se gasta
antes de tiempo habrá que conformarse con la pensión pública y en ese caso sí
que habrá que adaptar la vida financiera únicamente al subsidio recibido.