El aumento del precio de la vivienda en comparación con
los sueldos está generando una situación alarmante, hasta el punto de amenazar
el futuro de toda una generación, afectando directamente a las decisiones de
vida de muchos jóvenes, que, estando en la edad de independizarse, tienen que
prolongar la estancia con sus padres más tiempo del deseado. En definitiva, emanciparse
se ha convertido en un sueño casi imposible porque ni la compra ni el alquiler
está al alcance de todos.
España es un país en el que los jóvenes no tienen acceso
a la vivienda. La imparable subida del precio de los inmuebles está acompañada
de un aumento aún mayor de los alquileres. Y, es posible, que lo peor esté
todavía por llegar: según el Banco de España, se necesitan 7,5 años de renta
bruta para adquirir una vivienda, en los años 80 sólo eran necesarios 2,9 años,
pero en el 2007 la tasa llegó a los 9,37 años, lo que revela que aún hay
recorrido al alza. La demanda no cesa de aumentar debido a la falta de oferta,
a la escasez de vivienda nueva, al crecimiento demográfico, al aumento de los
hogares unipersonales, a las modificaciones legislativas y a la incipiente
bajada de tipos. Por el lado de la oferta, está completamente constreñida.
Lógicamente, la dificultad para acceder a una vivienda va a depender de la zona
geográfica: no se dan las mismas circunstancias en las capitales que en la
periferia.