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La planificación financiera personal pasa por definir los
intereses pecuniarios individuales, así como por los objetivos económicos a
conseguir. El punto de partida de las finanzas individuales, al diferir el
consumo, es el ahorro; a partir de él, se le irá dando forma para elegir
adecuadamente el activo en base al riesgo que estemos dispuestos a asumir y al
tiempo que prescindamos de ese ahorro.
A menudo, se utilizan los términos de ahorro, inversión y
especulación como sinónimos, pero no son lo mismo, aunque exista entre ellos una
relación muy estrecha. La diferencia fundamental estriba en el destino que se
le da al dinero y su confluencia se apoya en que el dinero depositado se
reserva para un futuro añadiéndole o no una revalorización y un posible riesgo.
Las definiciones lingüísticas que aparecen en la RAE (Real Academia Española) nos despeja las primeras dudas sobre cada concepto:
- Ahorrar: Reservar una parte de los ingresos ordinarios. Guardar dinero como previsión para necesidades futuras.
- Invertir: Emplear, gastar, colocar un caudal.
- Especular: Efectuar operaciones comerciales o financieras con la esperanza de obtener beneficios aprovechando las variaciones de los precios o los cambios.