La tarea más difícil del inversor es, sin
lugar a duda, predecir, en lo que a rentabilidad se refiere, la evolución que
tendrá un activo financiero. Para intentar solucionar este problema se han
hecho estudios de toda índole. Uno de los más curiosos, bajo mi punto de vista,
es el que se ha realizado sobre lo que los expertos denominan pautas estacionales, anomalías estacionarias
o anomalías del calendario obteniendo como resultado que, en ciertas épocas
del año, los rendimientos obtenidos son superiores al resto. En esta ocasión me estoy refiriendo a la pauta estacionaria llamada efecto enero pues, enero es un mes
seguido por los inversores.
Además de las citadas anomalías nos encontramos con algunas que no dejan de ser curiosas y que están avaladas por estudios: los días de luna llena son los preferidos por los inversores para invertir, aconsejan cerrar posiciones los viernes para abrirlas los lunes. En fin, aunque algunos no crean en ellas hay que considerar que no es posible negar su evidencia y, en la mayoría de los casos, sus resultados.
Atendiendo a lo dicho, se puede decir que el efecto enero es una pauta estacional que consiste en que, según estudios empíricos, durante este mes se producen rentabilidades positivas respecto a las rentabilidades del resto de meses del año. Según estos estudios, este efecto se ha cumplido en la inmensa mayoría de las ocasiones. Por si fuera poco, este efecto marcará el comportamiento que tendrá la Bolsa durante todo el año pues se dice que si enero es alcista el año lo será también.